Las villas miserias están cada vez más pobladas. Inmigrantes de países limítrofes, gente del interior del país y personas de clase media baja -que han perdido su trabajo-, se trasladan a las grandes ciudades con el objetivo de encontrar un mejor modo de vida y se instalan en asentamientos precarios.
Estas zonas carenciadas tienen su origen en 1930, debido a las corrientes migratorias de Europa y a las internas -ya que el campo atravesaba una crisis económica-. La gente se trasladaba a las grandes ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Santa Fe, que, en ese entonces, necesitaban mano de obra para acelerar el proceso de industrialización. En ese momento, las soluciones para terminar con la superpoblación en las ciudades giraban en torno a la erradicación y deportación de las familias asentadas en las villas.
Los asentamientos precarios no están urbanizados. Al no tener calles internas, las personas que viven allí no tienen un domicilio que los identifique. Además, al no poder circular el patrullaje policial,
muchas de las villas son focos de delitos. En la villa 31 de Retiro muchos de sus habitantes construyen casas de dos o tres pisos para luego alquilar las habitaciones -entre 80 y 200 pesos por familia-, aprovechándose de la cercanía con la terminal de ómnibus.
La falta de cloacas y servicios como el agua y el gas -que generalmente no llega a esas zonas-, sumado a las pésimas condiciones de vida, hacen que los asentamientos sean insalubres.
La utilización de mangueras para la distribución de agua potable hace que aumente la probabilidad de contaminación y así también los problemas sanitarios.
Cuando llegó al Poder Ejecutivo el ex Jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, dijo que se encargaría de urbanizar las villas y que no permitiría que se generen nuevos asentamientos, basándose en la ley 148 (de atención prioritaria a la problemática social y habitacional en las villas y núcleos habitacionales transitorios). Sin embargo,
la población en las villas sigue incrementándose. Estos asentamientos crecen el 10 por ciento anual por la falta de trabajo y la extrema pobreza. Un ejemplo podría ser el de la ciudad de Rosario, que sólo en el 2001 -tras la crisis económica que azotaba al país-, se instalaron cien nuevas villas.
El Gobierno presentó en un momento un proyecto de 600 millones de pesos que contaba con la construcción de aproximadamente 25 mil viviendas en dos años para terminar con el crecimiento de las zonas precarias. Pero al concluirse este plan y como se viene planteando el crecimiento de las villas, su población no disminuiría, sino que aumentaría aún más.Guillermo Laura, periodista del diario La Nación, dijo:
"Al fin y al cabo: si tenemos un millón de familias sin techo, ¿qué otra solución puede haber que construir un millón y medio de viviendas?". Pero, ¿cómo se puede salir adelante si se crean las viviendas y no se ponen en marcha planes de trabajo?También podría reactivarse el proyecto que se utilizó cuando remodelaron la Panamericana que contaba con la indemnización a las familias asentadas en la villa Malaver. Las trescientas familias fueron las encargadas de buscarse un lugar donde vivir, pudiendo elegir el barrio que entonces preferían. Pero, si bien de esta manera se podría suplir la falta de viviendas, sigue sin aparecer la incorporación de puestos de trabajo.
Entonces, una solución podría ser la que utilizó Estados Unidos en 1945. Tras el cese de la Segunda Guerra Mundial, 10 millones de veteranos no tenían trabajo, ni vivienda. El Gobierno Federal, a través de la Serviceman's Readjustment Act, creó un plan que contaba con un crédito de 6990 dólares para cada uno, con el fin de que se compraran una casa, pagando una cuota mensual de 52 dólares. Con este plan, se construyeron 20 millones de viviendas y los veteranos consiguieron trabajo, ya que ellos se encargaron de construirlas.
Un proyecto parecido al de Estados Unidos, es el que propone la Fundación Madres de Plaza de Mayo, donde alrededor de
50 personas que pertenecen al Movimiento de Desocupados, se encargan de la construcción de viviendas. Al avanzar el proyecto, se estima que aumente a 300 la cantidad de trabajadores, entre hombres y mujeres. Una vez terminadas las viviendas, serán entregadas por la Fundación en forma gratuita y amobladas. En tanto, las familias que las habiten sólo pagarán los servicios y el impuesto inmobiliario.El Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) se encarga de solucionar los problemas habitacionales mediante la creación de casas. Según declaraciones de integrantes de la Comisión de Viviendas de la Legislatura,
el gobierno de Mauricio Macri habría bajado los presupuestos del IVC de más de 500 millones a 120 millones de pesos, de los cuales 80 millones están destinados a sueldos y otros 20 a gastos de funcionamiento del instituto. El recorte presupuestal abarcaría la suspensión de obras en Villa Lugano y Barrio Piedrabuena y, entre otras cosas, la interrupción iniciadas por cooperativas.Con el paso del tiempo las villas están cada vez más pobladas y una de las razones es la llegada de inmigrantes que vienen en busca de un trabajo que no hay. Para acabar con estos asentamientos, una solución podría ser un cambio de políticas que brinden bienestar para la sociedad, basado principalmente en la incorporación de puestos de puestos de trabajo.