lunes, 4 de mayo de 2009

No al trabajo infantil

Entrevista con Juan Bruno, responsable de comunicación del CONAETI

Existen en el mundo 40 millones de menores que trabajan en fábricas, en la minería, agricultura, en pequeñas industrias, en talleres de artesanía, en hotelería y tiendas o incluso como vendedores ambulantes.
En la Argentina, el trabajo infantil se incrementó drásticamente en los últimos años. Encuestas recientes relevan que el 6,5% de los niños de entre 5 y 13 años cumplen alguna tarea, y que trabaja el 20,1% de los adolescentes de entre 14 y 17.


¿Cómo detectan los campos donde hay trabajo esclavo?

Hay varias formas, la principal, la que articula el Ministerio de Trabajo, a través de la inspección del trabajo. Lo inspectores van a una zona particular donde hay actividad económica, piden los datos del empleador, de los trabajadores y se detecta si están o no registrados. A su vez se detecta si hay chicos trabajando; no es que en particular se va a buscar trabajo infantil. La detección es producto de la inspección en búsqueda de irregularidades que están fuera de la ley de contrato de trabajo.
En el caso del campo, por un lado se articulan inspecciones junto con el Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (RENATRE) y con la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) ya que ellos conocen mucho mejor las zonas rurales. Por otro lado, si se realiza una denuncia vía mail, 0-800 o personalmente, nos la derivan a nosotros cuando son puntuales de trabajo infantil.

¿Qué cantidad de denuncias reciben y en qué sectores?

Aproximadamente 2 o 3 por semana. Recibimos desde el caso de un chico que estaba trabajando en un cyber hasta, en el sector rural, una persona que estaba trabajando en la zona de Lomas de Zamora. Hemos recibido una denuncia de Santa Fe que tuvo mucha trascendencia mediática donde los chicos eran usados como banderas para la fumigación. También la de San Martín, del tabacal, donde dos chicos que iban arriba de un remolque de un tractor se caen, el tractor los pasa por arriba y ambos mueren, uno al momento y el otro 10 días después. Estas últimas las recibimos a través de los medios.


¿A estos chicos quién los obliga a trabajar? ¿Los empleadores o sus padres?

Es multifacético, en el caso del campo esta dado porque el chico aprende el trabajo estando al lado del padre, lo llevan a la cosecha para que aprenda a cosechar o no tienen donde dejarlo, termina en el campo y “bueno... ya que estás cárgame una bolsa”. Muchas veces pasa, por el tema de los pagos a de estajo, “tanto producís, tanto te pago” (si juntás 10 te pago por 10, si juntas 5 te pago por 5), entonces muchas familias hacen que sus hijos trabajen para que al final del día sea mucho mas lo que cobran por su trabajo. Se da que la familia necesita “más manos” entonces trabajan todos sus integrantes sin importar la edad.
A veces se da que no es una obligación sino una necesidad económica, esta el caso que surgió hace varios meses en Exaltación De la Cruz, que al parecer estaban esclavos tanto los padres como los chicos y ahí si había todo un problema de trata de persona. Pero, comúnmente, nadie los obliga, solo la realidad de una país en el que se desarticularon las redes sociales y la gente sale a ganarse la vida. El cartonero, por ejemplo, no sale con su hijo porque quiere, sino porque no tiene en donde dejarlo y porque es una mano más para levantar cartón, esto lo vemos a diario.

En el caso de los campos, cuando encuentran a un chico trabajando, ¿Cómo reaccionan los responsables cuando los intimidan? ¿Van a juicio o hay algún tipo de multa?

El procedimiento es una multa al dueño del campo. Hoy día hay un convenio que se ha firmado con el Ministerio de Educación, el Ministerio de Trabajo y la CONAETI en el que los chicos que son detectados en estas condiciones, ya sean rurales o urbanos, se los incluye en una beca de continuidad escolar o de reinserción escolar. Esta beca es de $600 pesos al año, es muy poco pero permite que el padre pueda hacer una suplantación de ingresos por la que pueda recibir del trabajo de su hijo. El chico como beneficio recibe asesoramiento pedagógico, si está escolarizado refuerzo para continuar y si no lo está, la ayuda para ingresar en el espacio que le corresponde. El tema del trabajo infantil no solo cercena el derecho a la educación, sino también el derecho que tiene un chico a jugar. Trabajar no es un juego, puede ser que en un momento arranque como una diversión pero después se le hace tedioso por lo repetitivo, por lo pesado, las condiciones climáticas o, en el caso rural, el peligro de estar en contacto con los pesticidas.

3 comentarios:

  1. esta muy bueno este articulo yo tengo 13 años y la verdad me parece una injusticia lo que hacen con esos chicos los grandes tienen que hacer algo una denuncia un juico por ellos los estan haciendo sufrir mucho porbres chicos ojala que dios los acompañe ...


    oriana graciani .

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  2. Los que estan en el poder no son personas, porque no tienen sentimientos porque si lo tuvieran, darian formas de solución eficaces para que la mayoria de niños no tengan la necesidad de trabajar, ellos tienen que estudiar, jugar, esa es su etapa, el trabajo le corresponde a los adultos , pero lo que les vale gorro de todo esto a los del "poder"es que estos niños sufren en silencio esta exclavitud ¡paremos este abuso ayudemos a estos niños!

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  3. osea el trabajo infantil esta muy mal en ves que lo chicos balla a estudiar y aser alguien en la vida solo salen a bender cosas y gana poco a pèsar que hay alguno padre que si no le traen dine les pegan o algo pero ya hay que acabar con el trabajo infantil

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